miércoles, 25 de febrero de 2015

Historia de la Macroeconomia



La historia de la Macroeconomía es la historia de la ciencia económica, aunque es verdad que en la mayoría de los libros de texto, el nacimiento de la llamada Macroeconomía Moderna se identifica con la fecha de publicación, 1936, de la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero de J. M. Keynes.

Edad Antigua

Encontramos pocas ideas económicas en los pensadores griegos: Jenofonte, Protágoras, Aristóteles, Platón y Homero.  se puede encontrar numerosas ideas en la obra de La República, de Platón, sobre como se organizaba la economía en la ciudad ideal, y se puede utilizar esta obra como un buen acercamiento a los pensadores de esa época.
Aristóteles hizo distinciones, en  Oeconomicus  (cabe aclarar que este libro no está escrito en su totalidad por Aristóteles también recibió ayuda de otros pensadores de la época), por ejemplo entre el comercio lícito para el intercambio de mercaderías y el incorrecto que sólo buscaba la obtención de ganancias, y estos tópicos sirvieron como base, para establecer la ciencia económica.

Para Aristóteles, economía es la ciencia que se ocupa de la manera en que se administran unos recursos o el empleo de los recursos existentes, con el fin de satisfacer las necesidades que tienen las personas y los grupos humanos. Aristóteles diferenció entre economía y crematística. Éste último era utilizado para referirse al comercio, a la actividad de negociar, enriquecerse con el tráfico. Podemos inferir que el significado que adquiere el término economía en la actualidad se corresponde con el que los griegos le otorgaban a la crematística.


Edad Media 

El pensamiento económico medieval, desarrolló el feudalismo y la filosofía escolástica, y se centró en cuestiones éticas como la pobreza y la caridad, el precio justo, la relación conceptual entre el beneficio, el interés y la usura.
Los pensadores cristianos de la Edad Media, entre ellos Santo Tomas de Aquino, debatieron el problema del precio y de la ganancia, desde el punto de vista de si era correcto o pecaminoso obtener ganancias a partir del intercambio de mercaderías.
Supervivencia temporal más allá de la crisis bajomedieval, se extendió durante el Antiguo Régimen, en que fueron apareciendo nuevas escuelas de pensamiento económico, como el mercantilismo, que no obstante, en algunos casos, mantuvieron cierta continuidad con el pensamiento medieval. Otro de los Pensadores en la época medieval, ha sido Nicolás de Oresme, quien consideró al comercio beneficioso y una fuente lícita de obtención de ganancias, pero lo subordinó al interés del Estado y de los gobernantes y a la moral. Lo mismo ocurría con la moneda. Condenó su falsificación para obtener ganancias.

Contemporáneamente, en otros contextos geográficos, sociales, económicos y culturales, como fue el caso del Islam medieval, se desarrollaron otras formas de pensamiento económico, con notables autores (ejemplo: Ibn Jaldún).
Ibn Jaldún
Ibn Jaldún también fue un economista pródigo, el cual consideró aspectos como el trabajo y el valor, la demanda, el costo, los precios y su independencia, la riqueza como producto social y no individual, el dinero no como sinónimo de riqueza, las clases de ocupaciones, las fases del desarrollo económico, las relaciones de dependencia entre campo y ciudad, las artes y los oficios, la importancia del Estado dentro de la economía y las consecuencias de la falta de este, el lujo, necesidades naturales y normales. También consideró aspectos de finanzas públicas, como las tarifas de los impuestos, la distribución de estos, los gastos sociales de los servicios estatales, un gobierno como comprador de bienes y servicios, y los efectos de los gastos del Estado sobre el ingreso y las entradas de impuestos. Algunos de estos aspectos tomaron años hasta que fueron redescubiertos, por ejemplo por Adam Smith o Karl Marx. Ibn Jaldun consideró que la economía era un determinante para los pueblos. Todo esto yace escrito en su Magnus Opus, el Muqaddima,  escrito el siglo XIV.

Edad Moderna

William Petty en su libro Political Arithmetick (1665) propone estudiar sólo los fenómenos sistemáticos o regulares, y no los fenómenos transitorios, para entender el comportamiento del sistema económico en su conjunto. Este fue el método de largo plazo que adoptaron después los Clásicos y los Neoclásicos.
Por otro lado, en su libro Political Anatomy of Ireland (1671), Petty se propuso como objetivo abordar el problema de la medición de la riqueza total de Irlanda, aunque no logra imaginar un sistema de contabilidad que le permitiera analizar y medir los flujos de ingreso entre los distintos sectores de la economía. Esta última tarea la realizó Richard Cantillon en su obra Ensayo sobre la Naturaleza del Comercio en General (1755). Cantillón, como se señala en Hicks (1992), sabía que el producto social es igual a la suma de los ingresos, y que esta igualdad se mantiene si cada producto particular se valora en términos de costos de sus factores productivos. Fue menos explícito respecto a la igualdad entre gastos e ingresos.


 La teoría clásica de los precios fue más elaborada que la teoría del producto. Según esta teoría, dados el tamaño y composición del producto, la tecnología y la tasa de salario real, la competencia aseguraba la existencia de una continua tendencia de los precios hacia sus niveles normales o naturales. El precio de producción asociado a la competencia entre capitalistas, constituía el centro de gravedad alrededor del cual fluctuaban los precios de mercado de todas las mercancías. Estos últimos no eran por cierto, categorías analíticas, sino precios realmente existentes en un momento dado. Para Smith, las fluctuaciones de los precios de mercado dependían de las fuerzas de la demanda, pero eran reguladas por las condiciones de producción

La teoría neoclásica de la demanda y oferta constituye la síntesis de las teorías de la utilidad marginal y productividad marginal desarrolladas por W.S. Jevons (1835-1882), A. Marshall (1842-1924), C. Menger (1840-1921), F. von Wieser (1851-1926) y E. BohmBawerk (1851-1914) L. Walras (1834-1910), entre otros, durante la primera gran crisis del capitalismo que se inicia en la primera mitad de la década de los años 70 del siglo XIX y, coincidentemente, durante los años de surgimiento del capitalismo monopólico y oligopólico. Esta síntesis la realiza K. Wicksell en su libro Lectures on Political Economy, publicado en 1901, y en cuyo primer tomo presenta el contenido de lo que más adelante se conoció como teoría microeconómica. Es importante mencionar aquí que durante todo el período en el que se desarrolla de la teoría neoclásica marginalista (también la teoría económica del imperialismo) hasta el estallido de la primera guerra mundial, el patrón oro era el régimen cambiario o monetario en el que se basaban las relaciones internacionales entre los países. 

Época Contemporánea

Las primeras décadas del siglo XX no fueron de crecimiento sostenido de la economía capitalista ni de estabilidad. Después de la primera guerra mundial, las economías de Europa, con regímenes cambiarios flotantes y libre movilidad de capitales, fueron azotadas por procesos inflacionarios galopantes y problemas financieros agudos. La retorno al patrón oro a mediados de la década de los veinte no evitó la crisis. La segunda gran crisis del capitalismo estalla en 1929, año en el que empieza el largo período conocido como la Gran Depresión. Durante 10 años la tasa media de desempleo en Estados Unidos fue de casi el 20% y la producción estuvo constantemente muy por debajo de su potencial productivo. En este período de desempleo y recesión, J.M. Keynes desarrolla y publica, en 1936, su obra La Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, que hoy se identifica como el origen a la Macroeconomía Moderna.
 Las ideas de Keynes son radicalmente opuestas a las de los economistas neoclásicos. Para él la economía capitalista, con sus mercados libres, no tiende al pleno empleo. El desempleo de la fuerza de trabajo es involuntario. En consecuencia, para lograr un progreso económico estable y un aprovechamiento pleno de los recursos productivos, la economía capitalista debe y tiene que ser regulada. Keynes proponía la participación activa del Estado en la consecución de objetivos nacionales, entre los que ocupaba un lugar central el pleno empleo de la fuerza de trabajo.
Por otro lado, a diferencia de los clásicos que sostenían que adherían a la ley de Say o a la idea de que toda oferta crea su propia demanda, Keynes sostiene que la demanda agregada es la que determina la producción y no al revés. De esta proposición se deduce que la inversión genera su propio ahorro. Este es el núcleo de su teoría de la demanda efectiva. Los clásicos no tenían una teoría de la relación inversión-ahorro, pero tampoco sostenían, como los neoclásicos, la existencia de un trade-off entre inversión y ahorro. Con la obra de Keynes se introducen conceptos que hoy son comunes en los libros de Macroeconomía: la preferencia por la liquidez, la eficiencia marginal del capital, la trampa de la liquidez, el efecto riqueza o el efecto Pigou, las expectativas, la propensión marginal a consumir y el multiplicador.
El dinero se incorpora en la explicación de los niveles de inversión a través del mecanismo de la tasa de interés. Para Keynes la tasa de interés no es el mecanismo que equilibra el ahorro con la inversión o el mercado de prestamistas y prestatarios, sino el precio que equilibra el deseo de mantener riqueza en forma de dinero con la cantidad de dinero que la autoridad monetaria pone en circulación. A diferencia de los neoclásicos, para Keynes la producción está limitada por la demanda. Dado que siempre hay exceso de capacidad productiva, la demanda crea su propia oferta. Por lo tanto, las políticas fiscal y monetaria pueden estimular la demanda y, de este modo, aumentar la producción y mejorar la utilización de los recursos. Mientras el estímulo monetario no genera inflación, el estímulo fiscal no tiene un efecto negativo sobre la inversión privada: no hay crowding out.

El aporte de Keynes fue tan importante para el desarrollo de la macroeconomía que con justicia se habla de una Revolución Keynesiana. El denominado keynesianismo se construye y se difunde mediante la integración de las ideas de Keynes con las ideas12 neoclásicas sobre los determinantes del ahorro y de la demanda de dinero. Esta integración, denominada después Síntesis Neoclásica, fue realizada por J. R. Hicks en su artículo “Mr. Keynes and the ´Classics´: a Suggested Interpretation”, publicado en 1937. Con este artículo Hicks introdujo por primera vez el modelo IS-LM de interacción entre los mercados monetarios y reales, que luego se convirtió en la pieza central del denominado consenso keynesiano de la segunda postguerra.

Biografia

  • http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_pensamiento_econ%C3%B3mico
  • http://www.rcuela.net/docs/Docencia/UNI/ma.pdf




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