La
historia de la Macroeconomía es la historia de la ciencia económica, aunque es
verdad que en la mayoría de los libros de texto, el nacimiento de la llamada
Macroeconomía Moderna se identifica con la fecha de publicación, 1936, de la
Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero de J. M. Keynes.
Edad Antigua
Encontramos pocas ideas económicas
en los pensadores griegos: Jenofonte, Protágoras, Aristóteles, Platón y Homero. se puede encontrar numerosas ideas en la obra de La
República, de Platón, sobre como se organizaba la economía en la ciudad ideal,
y se puede utilizar esta obra como un buen acercamiento a los pensadores de esa
época.
Aristóteles hizo distinciones, en
Oeconomicus (cabe aclarar
que este libro no está escrito en su totalidad por Aristóteles también recibió
ayuda de otros pensadores de la época), por ejemplo entre el comercio lícito
para el intercambio de mercaderías y el incorrecto que sólo buscaba la
obtención de ganancias, y estos tópicos sirvieron como base, para establecer la
ciencia económica.
Para Aristóteles, economía es la ciencia que se ocupa de la manera en que
se administran unos recursos o el empleo de los recursos existentes, con el fin
de satisfacer las necesidades que tienen las personas y los grupos humanos.
Aristóteles diferenció entre economía y crematística. Éste último era utilizado
para referirse al comercio, a la actividad de negociar, enriquecerse con el
tráfico. Podemos inferir que el significado que adquiere el término economía en
la actualidad se corresponde con el que los griegos le otorgaban a la
crematística.
Edad Media
El pensamiento económico medieval,
desarrolló el feudalismo y la filosofía escolástica, y se centró en cuestiones
éticas como la pobreza y la caridad, el precio justo, la relación conceptual
entre el beneficio, el interés y la usura.
Los pensadores cristianos de la
Edad Media, entre ellos Santo Tomas de Aquino, debatieron el problema del
precio y de la ganancia, desde el punto de vista de si era correcto o
pecaminoso obtener ganancias a partir del intercambio de mercaderías.
Supervivencia temporal más allá de
la crisis bajomedieval, se extendió durante el Antiguo Régimen, en que fueron
apareciendo nuevas escuelas de pensamiento económico, como el mercantilismo,
que no obstante, en algunos casos, mantuvieron cierta continuidad con el
pensamiento medieval. Otro de los Pensadores en la época medieval, ha sido
Nicolás de Oresme, quien consideró al comercio beneficioso y una fuente lícita
de obtención de ganancias, pero lo subordinó al interés del Estado y de los
gobernantes y a la moral. Lo mismo ocurría con la moneda. Condenó su
falsificación para obtener ganancias.
Contemporáneamente, en otros
contextos geográficos, sociales, económicos y culturales, como fue el caso del
Islam medieval, se desarrollaron otras formas de pensamiento económico, con
notables autores (ejemplo: Ibn Jaldún).
Ibn Jaldún
Ibn Jaldún también fue un
economista pródigo, el cual consideró aspectos como el trabajo y el valor, la
demanda, el costo, los precios y su independencia, la riqueza como producto
social y no individual, el dinero no como sinónimo de riqueza, las clases de
ocupaciones, las fases del desarrollo económico, las relaciones de dependencia
entre campo y ciudad, las artes y los oficios, la importancia del Estado dentro
de la economía y las consecuencias de la falta de este, el lujo, necesidades
naturales y normales. También consideró aspectos de finanzas públicas,
como las tarifas de los impuestos, la distribución de estos, los gastos
sociales de los servicios estatales, un gobierno como comprador de bienes y
servicios, y los efectos de los gastos del Estado sobre el ingreso y las
entradas de impuestos. Algunos de estos aspectos tomaron años hasta que fueron
redescubiertos, por ejemplo por Adam Smith o Karl Marx. Ibn Jaldun consideró
que la economía era un determinante para los pueblos. Todo esto yace escrito en
su Magnus Opus, el Muqaddima, escrito
el siglo XIV.
Edad Moderna
William Petty en su libro Political Arithmetick (1665) propone estudiar sólo
los fenómenos sistemáticos o regulares, y no los fenómenos transitorios, para
entender el comportamiento del sistema económico en su conjunto. Este fue el
método de largo plazo que adoptaron después los Clásicos y los Neoclásicos.
Por
otro lado, en su libro Political Anatomy of Ireland (1671), Petty se propuso
como objetivo abordar el problema de la medición de la riqueza total de
Irlanda, aunque no logra imaginar un sistema de contabilidad que le permitiera
analizar y medir los flujos de ingreso entre los distintos sectores de la
economía. Esta última tarea la realizó Richard Cantillon en su obra Ensayo
sobre la Naturaleza del Comercio en General (1755). Cantillón, como se señala
en Hicks (1992), sabía que el producto social es igual a la suma de los
ingresos, y que esta igualdad se mantiene si cada producto particular se valora
en términos de costos de sus factores productivos. Fue menos explícito respecto
a la igualdad entre gastos e ingresos.
La teoría clásica de los precios fue más
elaborada que la teoría del producto. Según esta teoría, dados el tamaño y
composición del producto, la tecnología y la tasa de salario real, la
competencia aseguraba la existencia de una continua tendencia de los precios
hacia sus niveles normales o naturales. El precio de producción asociado a la
competencia entre capitalistas, constituía el centro de gravedad alrededor del
cual fluctuaban los precios de mercado de todas las mercancías. Estos últimos
no eran por cierto, categorías analíticas, sino precios realmente existentes en
un momento dado. Para Smith, las fluctuaciones de los precios de mercado dependían
de las fuerzas de la demanda, pero eran reguladas por las condiciones de
producción
La
teoría neoclásica de la demanda y oferta constituye la síntesis de las teorías
de la utilidad marginal y productividad marginal desarrolladas por W.S. Jevons
(1835-1882), A. Marshall (1842-1924), C. Menger (1840-1921), F. von Wieser
(1851-1926) y E. BohmBawerk (1851-1914) L. Walras (1834-1910), entre otros,
durante la primera gran crisis del capitalismo que se inicia en la primera
mitad de la década de los años 70 del siglo XIX y, coincidentemente, durante
los años de surgimiento del capitalismo monopólico y oligopólico. Esta síntesis
la realiza K. Wicksell en su libro Lectures on Political Economy, publicado en
1901, y en cuyo primer tomo presenta el contenido de lo que más adelante se
conoció como teoría microeconómica. Es importante mencionar aquí que durante
todo el período en el que se desarrolla de la teoría neoclásica marginalista
(también la teoría económica del imperialismo) hasta el estallido de la primera
guerra mundial, el patrón oro era el régimen cambiario o monetario en el que se
basaban las relaciones internacionales entre los países.
Época Contemporánea
Las
primeras décadas del siglo XX no fueron de crecimiento sostenido de la economía
capitalista ni de estabilidad. Después de la primera guerra mundial, las
economías de Europa, con regímenes cambiarios flotantes y libre movilidad de
capitales, fueron azotadas por procesos inflacionarios galopantes y problemas
financieros agudos. La retorno al patrón oro a mediados de la década de los
veinte no evitó la crisis. La segunda gran crisis del capitalismo estalla en
1929, año en el que empieza el largo período conocido como la Gran Depresión.
Durante 10 años la tasa media de desempleo en Estados Unidos fue de casi el 20%
y la producción estuvo constantemente muy por debajo de su potencial
productivo. En este período de desempleo y recesión, J.M. Keynes desarrolla y
publica, en 1936, su obra La Teoría General de la Ocupación, el Interés y el
Dinero, que hoy se identifica como el origen a la Macroeconomía Moderna.
Las ideas de Keynes son radicalmente opuestas
a las de los economistas neoclásicos. Para él la economía capitalista, con sus
mercados libres, no tiende al pleno empleo. El desempleo de la fuerza de
trabajo es involuntario. En consecuencia, para lograr un progreso económico
estable y un aprovechamiento pleno de los recursos productivos, la economía
capitalista debe y tiene que ser regulada. Keynes proponía la participación
activa del Estado en la consecución de objetivos nacionales, entre los que
ocupaba un lugar central el pleno empleo de la fuerza de trabajo.
Por
otro lado, a diferencia de los clásicos que sostenían que adherían a la ley de
Say o a la idea de que toda oferta crea su propia demanda, Keynes sostiene que
la demanda agregada es la que determina la producción y no al revés. De esta
proposición se deduce que la inversión genera su propio ahorro. Este es el
núcleo de su teoría de la demanda efectiva. Los clásicos no tenían una teoría
de la relación inversión-ahorro, pero tampoco sostenían, como los neoclásicos,
la existencia de un trade-off entre inversión y ahorro. Con la obra de Keynes
se introducen conceptos que hoy son comunes en los libros de Macroeconomía: la
preferencia por la liquidez, la eficiencia marginal del capital, la trampa de
la liquidez, el efecto riqueza o el efecto Pigou, las expectativas, la
propensión marginal a consumir y el multiplicador.
El
dinero se incorpora en la explicación de los niveles de inversión a través del
mecanismo de la tasa de interés. Para Keynes la tasa de interés no es el
mecanismo que equilibra el ahorro con la inversión o el mercado de prestamistas
y prestatarios, sino el precio que equilibra el deseo de mantener riqueza en
forma de dinero con la cantidad de dinero que la autoridad monetaria pone en
circulación. A diferencia de los neoclásicos, para Keynes la producción está
limitada por la demanda. Dado que siempre hay exceso de capacidad productiva,
la demanda crea su propia oferta. Por lo tanto, las políticas fiscal y
monetaria pueden estimular la demanda y, de este modo, aumentar la producción y
mejorar la utilización de los recursos. Mientras el estímulo monetario no
genera inflación, el estímulo fiscal no tiene un efecto negativo sobre la
inversión privada: no hay crowding out.
El
aporte de Keynes fue tan importante para el desarrollo de la macroeconomía que
con justicia se habla de una Revolución Keynesiana. El denominado keynesianismo
se construye y se difunde mediante la integración de las ideas de Keynes con
las ideas12 neoclásicas sobre los determinantes del ahorro y de la demanda de
dinero. Esta integración, denominada después Síntesis Neoclásica, fue realizada
por J. R. Hicks en su artículo “Mr. Keynes and the ´Classics´: a Suggested
Interpretation”, publicado en 1937. Con este artículo Hicks introdujo por
primera vez el modelo IS-LM de interacción entre los mercados monetarios y
reales, que luego se convirtió en la pieza central del denominado consenso
keynesiano de la segunda postguerra.
Biografia
- http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_pensamiento_econ%C3%B3mico
- http://www.rcuela.net/docs/Docencia/UNI/ma.pdf
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